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Durante los noventa, Cali pasó por una serie de eventos que desencadenaron una crisis. En una misma década sucedieron: la apertura económica, la crisis hipotecaria más importante de los últimos 30 años del país, la crisis en las finanzas públicas de la ciudad y el recrudecimiento del narcotráfico, los cuales, en conjunto, afectaron negativamente el crecimiento económico de la ciudad y tuvieron repercusiones especiales sobre el sector industrial. A comienzos del Siglo XXI, la ciudad intenta recuperarse de lo sucedido. El sector dedicado al comercio y los servicios es el más importante, mientras que la industria se recupera. Sin embargo, Cali presenta altas tasas de desempleo, pobreza y desigualdad. El sector educativo y las finanzas públicas también requieren intervenciones, ya que los resultados obtenidos en estos dos campos son inferiores a las de otras ciudades comparables. Pero el principal problema de la ciudad es la violencia, que se refleja en una alta tasa de homicidio y en su impacto sobre la acumulación de capital físico, humano y social. El narcotráfico, histórico y actual, parece ser el culpable de esta situación. Esta actividad ha contribuido a aumentar los niveles de violencia en Cali y otros municipios del Valle del Cauca, además de debilitar las instituciones locales, fomentar la corrupción y generar un mal clima de inversión que no favorece a la industria.