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Durante la década de los años veinte, la economía colombiana experimentó la mayor tasa de crecimiento de su historia. Las reformas económicas efectuadas en 1923 (el banco central, el patrón oro, la legislación bancaria, la reorganización fiscal), el auge del café, y la afluencia sin precedentes de capital extranjero fueron las fuerzas impulsoras detrás de este éxito. En esa década, el país recibió 25 millones de dólares de los Estados Unidos por concepto de indemnización por su papel en la separación de Panamá de Colombia. Además, las reformas y el crecimiento de las exportaciones de café permitieron un enorme aumento de los préstamos extranjeros. El valor de los préstamos obtenidos hasta 1929 ascendió a 257 millones de dólares. Tales fondos se utilizaron principalmente para la construcción de infraestructura pública, en particular los ferrocarriles. Aproximadamente el 45% de los préstamos extranjeros durante ese período fueron invertidos en la construcción de ferrocarriles. Dieciséis de los 25 millones de dólares recibidos por concepto de reparación por Panamá también se invirtieron en ferrocarriles. En el presente estudio, se estima la tasa global de retorno y las tasas internas de retorno para cada uno de los ferrocarriles existente en esa época. Para estos cálculos, se tiene en cuenta que Colombia en realidad pagó sólo el 85% de los préstamos que obtuvo en la década de los años veinte, debido a los efectos de la Gran Depresión y la suspensión de pagos de la deuda externa. Las tasas de rendimiento de los ferrocarriles construidos y ampliados en la década de los años veinte fueron comparables a las obtenidas por los países europeos en el siglo XIX.